25.5.07

Eugeny Kozhevnikov

"Oblivion"
***
La casa continúa esplendorosa,
indiferente a todo esfuerzo.
Miserables, inocentes y sombríos,
avanzamos en esa luz, entre puertas y ventanas
que ignoran nuestra presencia
y la palabra que les nombra.
Los libros que existen sin nosotros,
el cielo pintado con el color de la ausencia.
Todo sucede precisamente aquí
como en una continuación de nuestro cuerpo.
Este orden precario nos tranquiliza,
nos miente una armonía.
Harry Almela

" Noche de mayo"
***
Viene el gato a molestar de nuevo,
su terciopelo entre las piernas.
Silencioso, sus patas
articulan un gesto antiguo.
Sobre el piso de madera
persigue algún insecto
y juega a ser eterno.
Y nosotros, persuadidos de cierta grandeza,
tan ausentes de ese reino.
Harry Almela

***

Cuesta aprender
los secretos de la cocina.
Evitar los grumos.
No mezclar orégano y comino.
La sal no es suficiente
para el gusto decisivo.
Los deberes del vino tan comunes.
Vino tinto y carne roja.
Vino blanco y carne blanca.
Cenamos en la mesa, en el piso
o en la cama. Como opción.
Hay demasiada luz en la sala.
La televisión insiste.
Y los amantes.

Harry Almela

"Té que bebe con una marioneta"

***

Se inventa un territorio,
se le dota de trampas y veredas.
Allí están las señales para evitar catástrofes.
Salidas, flechas, túneles ambiguos.
Se le otorga un nombre claro
como si eso fuera suficiente.
Convenimos en llamarlo dominio,
arco, puerta o puerto.
Nos mentimos con astucia,
así evitamos el lodo que lo funda,
su materia feroz, incorruptible.
Decimos mapa y nos parece honesto.
Colocamos encima de esa superficie
trozos de papel, etiquetas de goma,
seducción por sentirse
proa segura hacia mar conocido.
Y cuando viene la tormenta nos resignamos
a nuestras cobardías, imploramos,
pedimos perdón por tanto error cometido.
Como si ese pozo no nos pertenece,
como si fuera ajena la desgracia.

Harry Almela


Los juegos que nunca entenderás
son sólo verbos.
Suponer, entender, olvidar.
Esperar, escuchar, inquirir.
Poseer.
Detener. Triunfar.
Aprender. Partir.

Harry Almela


En las mañanas, después del reloj,
los amantes se preparan.
Frente al espejo simulan ser
venado y lobo.
Vociferan, se destrozan
detrás de sus dientes
como si no hubiera otra ocasión posible.
Mansos y vencidos, regresan a lo que no son
o a lo que fueron antes del desastre.
Recogen la ropa, fuman,
barren distraídos el piso de madera
y en silencio disfrutan un sorbo de café.
Luego se mienten, repiten gestos aprendidos,
se marchan por el laberinto hasta la noche
en donde prometen hablarse nuevamente.
Entonces duermen y sueñan
y así todos los días.

Harry Almela

"Slowly to turn over. To plunge. And to inhale"

***
Mira la ciudad. Se levantan sus torres
contra el crepúsculo, contra el manso color
del cielo rojo. Tiende sus trampas,
sus breves artilugios.
En sus salas de cine, sus bulevares,
su droga nos invita, nos invita su sexo,
para olvidar nuestra única cita
y continuar con la torpeza.
Abre su puerta para que cuelgues
tu miedo en sus perchas.
Entretiene y pospone
tu más ardua lucha.
Allí está la ciudad.
Obsequia su ruido para que ignores
tu cobarde negligencia,
tu más prestigioso encuentro.
No hay salida y tú lo sabes.
La aldea es un largo bostezo.
La gran ciudad devora.
La ciudad es un anzuelo.

Harry Almela

Nadie nos enseña
cómo se construyen los espacios,
este gracioso engaño.
Se sale de compras el día sábado.
Discutes en las tiendas
con los árabes.
Catálogos. Adornos, cuadros.
Estantes. Esquinero.
Elegir, siempre elegir. Colores. Tamaños.
Moderno o antiguo. La loza,
el rito de los cubiertos.
Y de pronto, sin pedirlo,
despiertas y no hay casa.
Solamente una comarca destrozada.

Harry Almela


Te obliga a medirte.
A precisar una forma, un enemigo.
Brutal y simple, el minotauro de la noche
te espera paciente en las esquinas.
Oculto en los anuncios,
en los titulares del periódico,
en la portada de un libro.
Sagaz como su sombra, embiste
sin permisos en las noches del sueño,
obligándote a poner un rostro, un antebrazo.
Traidor y valiente, no anuncia su llegada.
Se viste con anchos pantalones
y un sombrero con flores.
Dice saber pero no sabe.
Dice no pelear
pero ofrece resistencias.

Harry Almela

Se acerca noble, estremecido.
Dibuja un trazo en el aire
y se retira.
Espera.
Si respondes al gesto
seguro ha de dolerte.
Si no respondes al gesto
seguro ha de dolerte.
Harry Almela

Conoce la geografía,
la aritmética, el arte del balance.
No doblega su rama dura.
Continúa con paso seguro hacia ti,
controla tu quietud
y eso te asusta.
No pones en duda sus astucias.
Lo sórdido sabe defenderse.

Harry Almela

A esta hora
seguro entretienes tus ojos animales
en las formas del humo.
Un cigarro te consume poco a poco.
Allí están tus dedos inocentes,
tus labios que han dicho
tantas tonterías y palabras de amor.
Caminas, te desplazas lentamente
con el peso en tu hombro izquierdo.
Te fugas. Desapareces. Te ocultas.
Quieres aplazar lo que no entiendes,
aquello que te trajo al mundo y no lo sabes.
Deseas lo fatuo, lo tranquilo,
aquello en donde no te expones.
Te resistes detenido y aterrado
y no lo sabes.
Harry Almela

Te dueles y callas
por dentro de ti.
No se nota, piensas.
La miel te devora,
habla por ti detrás del cristal.
No huele, no sabe de tus plumas.
Tú lo interrogas y te retiras
sin esperar respuesta.
Te alejas lentamente por el borde
de esa roca. Y dices adiós con los ojos.
Harry Almela

Te amparas en un sitio iluminado
por un fulgor que no te pertenece.
Tu cuerpo se ofrece
como una nube en medio
de tanto sol y cielo.
Espera la marca de los dientes,
el golpe preciso, allí abajo,
donde duele.
Harry Almela

"Las hermanas confiaban en los milagros"
***
El ausente mide sus pequeñas acciones.
De noche, agazapado, disfruta
sus mínimos trofeos y cuenta
las hojas de su árbol.
Devora satisfecho
sus platos de lava verde, destroza
botellas de vino.
Duerme y sueña con una casa lejana.
Descansa y prepara argumentos.
Harry Almela

El cuerpo es el sitio
del misterio. Cubierto
por la cáscara, anuda
el centro del relámpago.
Su mano se extiende hacia ti,
busca el contacto, el estremecimiento
que borre ese gusto en la boca de estar solo.
Y nadie,
nadie está allí
como tú quieres.
Harry Almela

El otro existe.
Se desplaza por las calles,
contamina su piel bajo este cielo.
Habita en un cuarto. Se viste y juega
con globos de colores.
No lo niegues.
Duele en el fondo del agua.
Pero el otro existe. Respira,
tiene un lugar en el mundo.
No lo adviertes, no le hablas.
Aunque desconozcas su vicio y su decoro
ocupa un preciso perfil en el aire.
Disfruta quizás tus mismos juegos,
el mismo asombro ante la sombra.
No lo niegues. No coloques muros en el viento.
Observa esas huellas en el piso.
Déjalo entretenerte.
En cualquier caso,
tiene que ver contigo y con tu nombre.
Harry Almela

Necesitas ese lugar y ese silencio
para defender tus precarios dominios.
Construyes esa torre junto a la corriente
y sabes inútil cualquier esfuerzo de evasión.
Pluma y carne contra las rocas
en una playa violenta. La espuma
cubre de blanco ese paisaje.
Necesitas disfrutar de tu destierro
en los pasatiempos del verano.
Un poco de sol, una buena bebida,
otro cuerpo en contrapeso, la falsa paz
que otorga el enemigo.
Pasará esta tormenta.
Volverá, ya lo sé.
Volverá con otra calma y otro nombre
que se parece a su vestido blanco.
Harry Almela

Si pudieras convertir en palabra
este dolor antiguo,
esta carencia anterior a todo.
Esconder los ojos y la boca.
Si pudieras convertir en palabra
esta ausencia de ti.
Escribir un solo verbo,
un trazo fino.
En otro país, en otro pueblo,
un vecino padece también tus penurias,
ese contorno de inquietud y temor.
Escuchas la radio bajo la túnica
de esa madrugada difícil, silenciosa.
Y llegan noticias de otros hombres
que navegan feroces en la sombra.
Harry Almela

Sacrificar en esa hoguera
lo que has sido.
Preparar la muerte, la justa
muerte que te busca.
No doler más, no ser cuerpo.
No ser pesada carga, perfil atroz
y preciso contra el espejo.
Dormir recostado,
inocente,
en la piel del carnero.
Ser pájaro y ventana,
una fruta amarilla.
Harry Almela

"Blanco y negro triste"
***
Ella duerme boca arriba.
Alejada de los hombres,
se entrega al infierno
que presiente en su labio estremecido.
Dobla su cuerpo, lo voltea
hacia la pared
blanca e indolente.
Lanza un manotazo,
susurra una calma que vio del otro lado.
Le duele no continuar hablando
desde ese sitio.
Y despierta, por fin,
después de tantas horas,
mirando tonta e inocente
tu lado vacío.

Harry Almela
Dile una palabra.
La calle que te nombra,
el aguacero en la montaña.
Brasil confuso dirás.
Los peces que no han sido,
esa extraña luz que vieron
en la playa nocturna.
Cárcamo dirás,
astrolabio.
Pájaro dirás
sin que te entiendan.
Harry Almela

He aquí el límite.
El pan.
Aquí dirás
lo que no has sabido.
Un viento en el ala,
un sopor en el pecho.
Quién habla
antes de ti.
El viento será
tu mejor inocencia.
Harry Almela


"Decadencia-uno mismo-retrato con el modelo"
***
Duermes de lado
esperando,
viviendo de nuevo
la casa oscura.
Aquí no está ahora,
descuidada.
Con su boca abierta.
Cómo se llama aquello
que nos alimenta,
que nos obliga
a estar aquí.
Como esperando las estaciones,
el fulgor definitivo.
¿Quién dijo agua y ceniza?
Harry Almela

Pide perdón por no decir
a tiempo
tu argumento.
Ves en los pasillos
lo inmundo que camina,
el juego fácil
de los cuerpos.
No estás allí.
Puedes decir
que ya no quieres.
Harry Almela

Hablas en voz alta
con los otros.
Escapas
con las manos abiertas
burlándote
del soborno.
Cuando no habitas contigo
revelas el secreto,
la clave de durar.
Y en la noche
se te permite
resistir.
Resistir.
Harry Almela

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